Las fragancias me han aportado mucho; me aportan seguridad, valoración propia, armonía y a veces, me he sentido acompañada y menos sola. Sin lugar a dudas alientan, abrigan, refrescan, vigorizan, evocan colores, circunstancias, paisajes, sentimientos, recuerdos...
Las fragancias son mi mejor compañía y mi mejor accesorio. Una vez que me pulverizo una fragancia, empieza a habitar en mi, me posee.
Las fragancias están vivas y tienen personalidad propia, estoy segura.
Algunas fragancias calman como las atalcadas y otras empoderan como las que llevan pimienta rosa o jenjibre, las cítricas te impulsan y hacen que conectes con la naturaleza.
Por más pobre que esté, tengo que tener una fragancia, no concibo la vida sin una de ellas, no es de ricas ni de frívolas es una preferencia de personas sensibles y sentimentales, prefiero una fragancia a las halajas, ropa, bolsos o zapatos. Amo los perfumes, fragancias o colonias, no me importa si son de imitación, originales, más caras o más baratas, confieso que son mi debilidad desde muy niña.
Siempre recordaré a mi tía, la hermana mayor de mi madre por regalarme la primera EDT porque a partir de esa fragancia, me volví adicta a ellas.
Azur de Puig.
Conchadoll
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